Cuando me fui a acostar, cogí mi cuaderno de bitácora, y al buscar el boli de Lu con el que escribo, vi que la pequeña estaba en la pared, justo encima de mi velador (vamos, la luz de la mesilla de noche, a 20 centímetro de mis ojos).
Entonces le di las buenas noches a mi princesa y unos besos al aire. . .
Y me dormí con una sonrisa en el alma.
TE AMO CACHORRITA!
mamá