¿POR QUÉ HORE SHAKUL? הורה שכול

Hore Shakul hace referencia al padre o madre que ha perdido un hijo.
Significa algo así como "padre desconsolado".
Es una palabra hebrea y su origen es bíblico.
Aparece en el capítulo 18, versículo 21, del libro de Jeremías.
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Este blog está dedicado a mi amada hija Ludmila.

Escribir me ayuda a mantener vivo su

recuerdo...

Igual que los comentarios que

vosotros dejáis.

Entre todos lograremos que su semilla de amor siga germinando .



miércoles, 29 de diciembre de 2010

MUERTOS O MORIDOS

La sinceridad infantil es la primera fuente de aprendizaje que los mayores despreciamos con necedad. Si se pregunta a un niño ¿qué es la muerte?, ¿Qué le ha pasado a la mamá de Bambi?, la respuesta es un claro: no sé. En cambio si un niño pregunta a un adulto, ¿por qué se ha muerto mi abuelita? Las respuestas suelen ser variopintas. Oscilan desde la evasión de la respuesta hasta la hipótesis del cielo-limbo-purgatorio-infierno.


La educación actual no prepara para la muerte.

Daniel, de seis años de edad, está enfadado con su hermano Javier (de cuatro años) porque no viene a jugar con él. Sus padres le han dicho, que su hermano ha muerto y ha ido al cielo, pero Daniel no acepta su ausencia, siente miedo y sentimiento de culpa, y cree que Javi no viene porque ha sido malo. También deduce que no viene su hermano porque no le quiere ya, porque si le quisiera de verdad, vendría.

Agustín de la Herrán Gascón, profesor de la Universidad Autónoma, cree en la necesidad de incluir la muerte como contenido educativo, en la etapa infantil: "Ante una experiencia trágica vivida por un niño, se puede hacer bastante más que consolarle o dejar pasar el tiempo, para que el problema se vaya solucionando más o menos solo, con jarabe de tiempo... Se deben enseñar los rudimentos de todos los saberes adultos desde los primeros años. La educación infantil es la más rica y creativa en cuanto a realizaciones y se debería comenzar a afrontar en esta etapa todos los temas de nuestra naturaleza. ¿O acaso no hay relaciones evidentes entre muerte, ciclos biológicos, educación ambiental, sexual...? Creemos que si desde las aulas no se incluye el tema de la muerte desde un contenido global y ordinario, no se estará enseñando a vivir completamente".

Los niños juegan y hablan de la muerte.

Los niños tienen miedos y temores, uno de ellos es el miedo a la propia muerte.
Depende de la edad. Los niños menores de 5 años no son capaces de formarse un concepto de la muerte, su percepción del tiempo y del espacio es muy limitado, en ellos prima el miedo de separación a la madre.
Los comprendidos entre 6 y 10 años muestran un mayor miedo a la mutilación y por último, son los mayores de 10 años los que presentan un miedo elevado a la muerte. Pero estos miedos son reforzados por el entorno cultural. Son miedos socializados.
Los niños hasta los 6 años de edad juegan a representar la muerte. Es el fruto de la observación.
Se "duermen" como hace el rey Mufasa en la película el Rey León.
El estado de sueño es la primera identificación con la muerte.
El niño comienza a asumir la realidad de la muerte y se defiende de ella a través de su creencia de que es capaz de influir sobre esa realidad.
Los niños pequeños descubren la muerte en su medio físico y social. La buscan por sus causas y la superan con rituales llenos de magia y fantasía. Son juegos de salvamento y resucitación mediante los cuales las heridas y los muertos se curan. Mediante estas simbolizaciones se superan egocentrismos, la culpabilidad se transforma en solidaridad y se comienza a elaborar el desarrollo de capacidades, como las de ayuda, compasión, ponerse en el lugar de otro...
Pautas de actuación para una eventualidad trágica
En su libro ¿Todos los caracoles se mueren siempre? se dan pautas específicas en caso de actuación para que los padres y maestros puedan explicar la muerte de alguien cercano a un niño.
Lo primero es la coordinación y coherencia para no entrar en contradicciones y pactar una versión.
La sinceridad y evitar el engaño es decisivo.
Dar una versión falsa carece de utilidad y sentido (se ha ido de viaje, etc..).
Permitir la expresión natural de sus emociones, sin estimularlas (tú lo que tienen que hacer es llorar) o reprimirlas (no llores más) ayudando a interpretarlas y a expresarlas.
Lo más adecuado es afrontar la realidad de forma tranquila, para favorecer desde la serenidad, el transcurso de las posibles fases de elaboración y aceptación de la experiencia de vacío y pérdida por parte del niño.
En situaciones extremas como es la percepción directa del cadáver, se recomienda como lo más natural y educativo hacer el esfuerzo de continuar integrando hasta el último momento al fallecido en la familia, contando con la participación del niño, y siguiendo las siguientes pautas:
Si el niño expresara su deseo de verle, el proceso debería revestirse de naturalidad, desde la libertad de los padres y el niño .Dejarle elegir, y respetar no sólo su palabra sino sus gestos dándole mucha importancia. Puede llegar a ser una experiencia intensa, y aunque inevitablemente triste, una tristeza disfrutada.
Deben acompañar al niño en este trance personas cercanas entrañables. Los padres si están en las mejores condiciones de serenidad o tranquilidad.
La oportunidad es buscar un momento de tranquilidad, si es posible de soledad ante la persona fallecida. Puede pedirse que nos dejen a solas con el niño y que no se interrumpa durante unos minutos para evitar interrupciones o interferencias o contaminaciones, con escenas de lloros o situaciones parecidas.
Reconocer que el fallecido está tan pero tan tan dormido como la Bella Durmiente, como Blancanieves, tan pero tan tan dormido que ya no nos puede mirar, no nos puede hablar, no respira, porque está como en el más profundo de los sueños.
Despedida, ya que si el abuelito, tío, vecina... ya no nos oye, podemos decirle adiós nosotros, expresar lo que quiera, quejarse, llorar, hablar bajito.
Si el niño llegara a despedirse se habría conseguido la primera fase de aceptación de realidad de la muerte.
Tratamiento saludable de la muerte
Introducir en los campos educativos un tema como este es sin duda controvertido.
Para Agustín de la Herrán la muerte como la vida entera ha de entrar en las escuelas y trabajarse en ellas desde la naturalidad y el rigor derivados de una buena formación.
¿O es quizá demasiado tarde para algunos? ¿Podría ser demasiado tarde para nuestra educación?