¿POR QUÉ HORE SHAKUL? הורה שכול

Hore Shakul hace referencia al padre o madre que ha perdido un hijo.
Significa algo así como "padre desconsolado".
Es una palabra hebrea y su origen es bíblico.
Aparece en el capítulo 18, versículo 21, del libro de Jeremías.
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Este blog está dedicado a mi amada hija Ludmila.

Escribir me ayuda a mantener vivo su

recuerdo...

Igual que los comentarios que

vosotros dejáis.

Entre todos lograremos que su semilla de amor siga germinando .



miércoles, 2 de junio de 2010

REFLEXIONES A PARTIR DE LA MUERTE DE UN HIJO

El estado de indefensión por el que atravesamos los padres a partir de la muerte de un hijo trae consigo un dolor devastador inexplicable, un dolor delirante; la sensación de amputación general hace que nuestro andar a partir de ahora sea inseguro e incierto.
Mucho dependerá de lo que hagamos para encontrar nuevamente equilibrio y paz en nuestra vida.
El tiempo solo, no hace milagros, como dice Earl Grollman (consejero de duelo internacional) , el tiempo es neutral y es tarea nuestra la de encontrar un nuevo sentido a la vida.
En los primeros días tenemos una gran tendencia a sentir culpa... culpa por lo que hicimos o dejamos de hacer, cuando de todos modos la muerte ya es irreversible... Ni aún sintiendo toda la culpa del mundo le devolveremos la vida a nuestros hijos.
Debemos quizás empezar por aceptar nuestras limitaciones y entonces llegaremos a suavizar el sentimiento de culpa.
Otras veces sentimos resentimiento, que sería la culpa puesta fuera de nosotros, en el resentimiento los culpables son otros ; nos enfadamos con Dios o con los hombres, nos llenamos de bronca, de rencor, consumimos buena parte de nuestra energía masticando nuestra impotencia, fantaseando represalias.
La vida, como seres imperfectos que somos, es una sucesión de amores y de errores que forman parte de nuestro aprendizaje.
Desde este lugar nos es posible pensar que no ha debido ser invariablemente una relación ideal la que tuvimos con nuestro hijo para tener que justificar el profundo dolor que sentimos por su ausencia.
Debemos saber que no precisamos convencer a nadie de cuanto nos duele su muerte, no es imprescindible el consenso de los demás ni recibiremos nada a cambio que pueda mitigar nuestro doloroso presente.
En cuanto a las características de los duelos, aceptemos que no existen dos duelos iguales, cada cual expresa sus emociones de una manera distinta.
Ocupémonos entonces de sobrellevar nuestro propio duelo que con eso lamentablemente tenemos más que suficiente.
Recordemos que el nacer y el morir son experiencias solitarias que ocurren más allá de nuestras posibilidades de elegir.
Intentemos entonces concentrar nuestra energía en recordar a nuestros hijos por su vida y no por su muerte.
Busquemos en nuestra memoria y en nuestro corazón todos aquellos momentos de felicidad y dicha que a partir de ahora serán nuestro presente y nuestro futuro con ese hijo.
Tratemos de establecer ese delicado equilibrio entre el ayer que debe ser recordado y el mañana que tenemos que crear.
Y como dije antes, si bien el tiempo es neutral, según García Márquez "la memoria del corazón elimina los malos recuerdos y magnifica los buenos, y gracias a ese artificio, logramos sobrellevar el pasado".
(cita de "El Coronel no tiene quién le escriba")
Cuando sale el sol y comienza el día
pienso en tí.
Cuando estamos ocupados con nuestros
importantísimos asuntos,
pienso en tí.
Cuando tenemos tanta prisa para ir a ningún sitio,
demasiado ocupados para detenernos y oler una
flor,
escuchar el canto de un pájaro, sonreir a alguien,
pienso en tí.
Karin, Karin,
siempre pienso en tí.
Te llamaría mi caramelo
de tan dulce que eras.
Quién iba a pensar que te vería morir.
Te dije que eras la luz de ni vida,
y ahora me siento en la oscuridad, tengo miedo y
lloro.
Ayúdame, ayúdame a salir de la noche
para que vuelva a ver la luz.
Te vi quemada y dolorida en la cama del hospital
y me senté a tu lado hasta tu muerte.
Tus quemaduras me impedían tocarte;
quería abrazarte, ¡cómo lo deseaba!
Karin, tocaste mi alma y somos una.
Sí, saltaste muy alto
y ahora vuelves hacia el cielo.
Cuando pases, hazme un guiño
y nos saludaremos.
Adiós, adiós, mi linda mariposa.

mamá de Karin