Han pasado dos años de la muerte de mi hija y la mayor parte de la gente ya no me pregunta cómo estoy.
Supongo que ahora muchos pensarán que mi recuperación es casi completa.
Ya no lloro a todas horas y llevo una vida en apariencia normal.
Acabo de colgar con alguien que aún hoy se atreve a hacer la pregunta. Y mi respuesta es: "estoy triste"... a lo que sobreviene un breve silencio y me pregunta que ¿por qué?... ¿ha pasado algo?... "se ha muerto mi hija, nada más"
Hay veces que el tiempo no perdona.
No te recuperas nunca de esto, pero acabas por aceptar que ya no volverá y que todavía tienes cosas en tu vida por las que vivir.
Sabes que la echarás de menos cada segundo pero puedes volver a sonreir.
Se puede volver a asomar la cabeza y ver brillar el sol.
Pero seguro que no como antes.
El mundo se ve diferente cuando te arrancan una de las razones de tu vida.
Cuesta trabajo, Dios sabe cuánto, poder sentir y decir todo esto, porque muchas veces crees que vas a morir.
Cuesta mucho trabajo, dolor y lágrimas seguir adelante, y sabes que todo ese trabajo, dolor y lágrimas no se terminan aunque se apacigüen, muchas veces en apariencia.
Ella sigue estando presente en mi vida, no puedo enterrarla como un problema del pasado o una enfermedad mal curada.
Además no quiero.
La necesito para seguir viviendo.
Ludmila no es cosa del pasado.
No lo es.
No.
Espérame en el cielo corazón
TE AMO
mamá
Por favor, esto es sólo una reflexión más. Lo último que deseo es hacer sentir mal a nadie, y mucho menos a aquellos que todavía hoy, están a mi lado.