¿POR QUÉ HORE SHAKUL? הורה שכול

Hore Shakul hace referencia al padre o madre que ha perdido un hijo.
Significa algo así como "padre desconsolado".
Es una palabra hebrea y su origen es bíblico.
Aparece en el capítulo 18, versículo 21, del libro de Jeremías.
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Este blog está dedicado a mi amada hija Ludmila.

Escribir me ayuda a mantener vivo su

recuerdo...

Igual que los comentarios que

vosotros dejáis.

Entre todos lograremos que su semilla de amor siga germinando .



martes, 21 de diciembre de 2010

¿ADÓNDE SE FUE LUDMILA?

La respuesta del cielo es un excelente referente, tanto desde el punto de vista cultural como transcendente. Puede ser un lugar tranquilo, donde hay paz, alegría, felicidad, o bien un estado (depende de la edad del niño) en que la persona ausente se siente feliz, no padece, sigue queriéndonos y nos protege.


ME GUSTA CREER QUE MI HIJA ESTÁ EN EL CIELO DE VAN GOGH


HABLAR DE LA MUERTE CON LOS NIÑOS

¿Nos hemos olvidado de la muerte?
Ese olvido es el que quisiéramos a veces, como si, no pensando en ella, pudiera desaparecer. Cada día la vislumbramos en la pequeña pantalla y en los periódicos, pero como es una muerte “lejana” no nos molesta excesivamente.

La muerte, y especialmente la muerte violenta, está presente, efectivamente, en un sinfín de relatos televisivos y cinematográficos. Pero se expulsa de la vida cotidiana. ¿Por qué
No es fácil aceptar nuestra extinción biológica y social y, al mismo tiempo, es inimaginable la vida sin la muerte. Expulsarla de la vida cotidiana es negar en cierto modo su presencia en relación a nuestros seres queridos y a nosotros mismos. La muerte “virtual” nunca nos podrá interpelar del mismo modo que lo hace cuando de forma “real” irrumpe en el círculo de nuestros afectos.

¿Qué cambio de sensibilidad se ha producido en la sociedad para que la muerte y el duelo, que formaban parte arraigada de nuestra cultura, se minimicen y casi molesten?
Es bien sabido que nuestra sociedad consumista acapara gran cantidad de objetos innecesarios y/o inútiles. Eso nos “distrae” de todo aquello difícil o “feo”, como el sufrimiento, la vejez, las enfermedades, la muerte… Las situaciones límite nos colocan en una posición incómoda y molesta, completamente opuesta al modelo social dominante que antepone el “tener” al “ser”. Quizá por esa razón nos molesta, porque la muerte nos “desnuda”, nos invita a “soltar lastre”.

Llevados de la mejor intención, los padres tratan a menudo de evitarles a los niños el contacto con la muerte y sus rituales. ¿Es adecuado hacerlo así?
En principio, no. Evitarla no es una buena manera de hacer pedagogía de la muerte. Los niños han de poder incorporarse a los rituales por la muerte de una persona significativa para ellos. En todo caso, lo mejor es preguntarles cuál es su deseo; en este campo no hay recetas universales, y cada niño tiene su propio mundo interior.

También la escuela suele eludir el tema de la muerte.
Muchos profesores dicen no tratarlo por temor a la reacción de los padres, a si estarán de acuerdo o no.
En el terreno escolar constatamos avances significativos: cada vez más percibimos por parte de educadores y padres la necesidad de tratar el tema en la escuela. La reacción de los padres será positiva siempre y cuando haya habido un buen canal comunicativo entre ellos y la escuela.

¿Debería estar más presente en el currículo escolar? ¿En algún área determinada?
Desde luego, el tema de la muerte puede tratarse en el currículo escolar desde diversas áreas: sociales, naturales, religión, literatura… Y para los más pequeños, cantidad de cuentos brindan la oportunidad de hablar de la muerte y el hecho de morir con exquisita naturalidad.

¿Cómo habría que dar una noticia trágica, como la muerte de un familiar o un ser querido, a un niño?
Con dulzura, tacto, delicadeza… y ¡mucho afecto! Utilizando un contacto físico apropiado, evitando el uso de eufemismos, preguntando si tiene dudas, recordando a la persona fallecida… ¿Y quién es conveniente que dé la noticia? Preferiblemente los padres o el familiar más cercano; en todo caso, una persona emocionalmente próxima al niño, capaz de mostrarle su propia tristeza sin perder la serenidad. El lugar también es importante: un entorno tranquilo y conocido por el niño mitigará, de algún modo, el impacto de una noticia tan dura para él.

La muerte está ausente del discurso que se transmite a niños y jóvenes. Sin embargo, hay una larga relación de títulos que desde la narrativa infantil y juvenil pretenden tratar este tema. ¿Un cuento o una novela son una buena manera de abordarlo?
La buena literatura es una fantástica compañía y, si cabe, una excelente terapia. Me atrevo a afirmar que algunos cuentos y novelas, determinados libros de ensayo o autoayuda ejercen como bálsamo reparador en la herida que supone la ausencia de un ser querido.

Concepció Poch