Ya no me dedico a contar los días desde que te fuiste, porque el tiempo te aleja de los otros y eso duele mucho.
En cambio, sigo pensando que eres un ángel que vino a mi vida a enseñarme o que aún me resisto a aprender.
Por suerte está a punto de acabar el verano, y con él tantas fiestas y tanto despilfarro de alegría.
No es que yo esté siempre triste, sólo que no puedo permitirme reír a cada rato sin tu presencia. No tiene sentido.
Y es que el sentido de esta vida lo dio tu muerte, tu absurda y tempranísima muerte que todavía no consigo ubicar en ninguna parte de mi ser sin que me duela mucho.
Aparte de aprender del dolor, aprendo a distraer al tiempo para que pase sin que se note tanto.
Pero las fechas me cogen desprevenida y siempre me devuelven tu ausencia.
Te pienso en cada instante, te nombro, te susurro, te sueño, te escucho, te imagino, te cuento, te río, te lloro, te amo mariposita... Siempre te amo...
mamá