Cuando sale el sol y comienza el día
pienso en tí.
Cuando estamos ocupados con nuestros
importantísimos asuntos,
pienso en tí.
Cuando tenemos tanta prisa para ir a ningún sitio,
demasiado ocupados para detenernos y oler una
flor,
escuchar el canto de un pájaro, sonreir a alguien,
pienso en tí.
Karin, Karin,
siempre pienso en tí.
Te llamaría mi caramelo
de tan dulce que eras.
Quién iba a pensar que te vería morir.
Te dije que eras la luz de ni vida,
y ahora me siento en la oscuridad, tengo miedo y
lloro.
Ayúdame, ayúdame a salir de la noche
para que vuelva a ver la luz.
Te vi quemada y dolorida en la cama del hospital
y me senté a tu lado hasta tu muerte.
Tus quemaduras me impedían tocarte;
quería abrazarte, ¡cómo lo deseaba!
Karin, tocaste mi alma y somos una.
Sí, saltaste muy alto
y ahora vuelves hacia el cielo.
Cuando pases, hazme un guiño
y nos saludaremos.
Adiós, adiós, mi linda mariposa.
mamá de Karin
Ayer durante la presentación del libro de Javier Plaza en la Asociación
Cultural Tertulia Albada, pasamos un rato estupendo, hablando del Pirineo,
de los S...
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