El budismo encuentra dificultades en varias cuestiones:
La ausencia del "yo", difuminado en el cambio continuo.
Cuando nacemos no somos este que somos ahora.
Tenemos algunos comportamientos innatos de duración limitada (la búsqueda del pezón, la capacidad de nadar), y otros que nos duran toda la vida (respirar, proteger a los hijos, alimentarse, instinto de supervivencia).
También algunas predisposiciones genéticas que dependen de los cromosomas que nos han dado nuestros padres.
El "yo" se va construyendo sobre esas bases con el paso del tiempo. Parte de esa reconstrucción implica la destrucción de la personalidad anterior. No somos ahora como cuando teníamos 5 años.
La visión algo negativa del mundo y de la perfección humana: su mundo está lleno de dolor y su perfección consiste en apagar los deseos, la furia y otros estados conflictivos.
La meta final es un tanto pobre: no sufrir.
Con esto deduzco que tiene que darle lo mismo cualquier tipo de injusticia para obtener una entrada al Nirvana.
No somos sólo nuestras perfecciones, sino también nuestras imperfecciones.
La realidad nos muestra que en el mundo hay muchas cosas bonitas, y muchos deseos nobles que no conviene suprimir.
Ayer durante la presentación del libro de Javier Plaza en la Asociación
Cultural Tertulia Albada, pasamos un rato estupendo, hablando del Pirineo,
de los S...
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